viernes, 9 de enero de 2015

UNA NUEVA VIDA


 
Antes de partir, el Maestro pronunció estas palabras, desconcertantes para sus discípulos: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. / Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” (San Juan 14:18,19)
Los tres años que Pedro, Santiago, Juan y los demás, dejaron todo para seguirle, creó en ellos un profundo vínculo. Él era el guía que les enseñaba verdades jamás antes escuchadas, les mostraba un mundo espiritual nuevo y lo hacía con demostraciones de poder sobrenatural.  ¿Qué harían si él les dejaba? Se había constituido para ellos en un verdadero padre espiritual.

Por eso les dijo que no los dejaría huérfanos. Iba a volver, vendría otra vez a ellos. Se marcharía y el mundo ya no le vería. Pero su promesa fue que ellos, sus discípulos, sí le verían. Jesús cumplió su promesa cuando en la mañana de la resurrección, María Magdalena lo encontró cerca de la tumba vacía y, llena de emoción y amor por su maestro, habló con él.
Los Evangelios cuentan que durante cuarenta días estuvo enseñándoles las cosas del reino de Dios. Ellos, sus hermanos, su madre y cierta cantidad de discípulos pudieron verle, mas no los incrédulos. Su vida había sido transformada, una metamorfosis maravillosa se había operado después de su muerte y resurrección. El volvió para dar a sus discípulos una nueva vida.

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