jueves, 29 de enero de 2015

SOMOS IGLESIA.


 
Un templo, una catedral, una capilla, un teatro o una casa, no hacen a la iglesia. Muchos confunden el edificio con las personas que se reúnen en él. Estos son nada más que el lugar donde un grupo de cristianos se juntan para orar, adorar y reflexionar sobre los escritos sagrados. Los primeros cristianos solían reunirse en las casas y, en tiempos de persecución, en las catacumbas o cementerios subterráneos.
Iglesia no es el lugar sino las personas. El Maestro asegura que “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (San Mateo 18:20) Sólo basta que dos personas se reúnan en su nombre para formar iglesia. Así como la familia no es la casa en que ésta vive sino las personas que la habitan, la iglesia tampoco es el templo sino quienes lo frecuentan. Solemos decir equivocadamente “vamos a la iglesia” cuando en verdad la iglesia somos nosotros y donde estemos la llevamos.

Se puede ser cristiano sin templo, pero no se puede ser cristiano sin iglesia, ya que todo cristiano es iglesia.

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