Cuando Jesús hizo su primera aparición en la sinagoga
de Nazaret, le entregaron un rollo del libro sagrado de los hebreos para que lo
leyese y comentara. Leyó: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos; A poner en Libertad
a los oprimidos” (San Lucas 4:18)
Libertad es la
palabra clave de este texto y esta será la enseña del rabí Jesús. Predicará
liberación para todo tipo de oprimidos: los pobres, los enfermos, los
endemoniados, los reos, las mujeres. Su mensaje será una palabra liberadora del
sufrimiento físico y del alma. Y dará su vida por la libertad de todo ser
humano, por la libertad de una ley que le condena, por la liberación de la
principal cadena: la culpa.
¡Qué
contradicción es que la religión tantas veces haga sentir culpables a sus
seguidores, olvidando el mensaje del fundador, en vez de ayudarlos a liberarse
de sus traumas!
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