domingo, 11 de enero de 2015

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA VERDAD?

¡Cuánto nos preocupa la pureza de la doctrina! Tal vez hay algo de vanidad en ello. ¿Quién puede asegurar que tiene la Verdad? Lo que en la Edad Media se pensaba era la más absoluta realidad, como que la Tierra era el centro del universo y el sol, la luna y los astros giraban alrededor de ella, hoy suena como una fantasía. Hace algunos siglos se pensaba que la esclavitud era algo normal, algunos nacían para ser libres, otros para ser esclavos, y por voluntad de Dios; hoy es una falacia, una aberración, algo que atenta contra uno de los principales derechos del ser humano: la libertad.

Como se ha pensado que hay razas inferiores, también se ha discriminado a otros seres humanos por su condición física ¡y qué decir del género! Aún fundamentan bíblicamente algunos la condición inferior de la mujer, en nuestras sociedades e iglesias. Los cristianos hemos sido los más discriminatorios. Deberíamos revisar más que nuestras creencias, las actitudes y motivaciones de nuestro corazón.
La Verdad no es un sistema teológico, no es un cuerpo de doctrinas ni una cantidad de ritos; tampoco es tal o cual iglesia u organización. Nuestra Verdad no es el techo, la cruz o el campanario de un edificio, ni es el vitral o el armonio del coro, no es la puerta finamente tallada del templo. No, nuestra verdad es una Persona llamada Jesucristo, quien dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (San Juan 14:6)

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