domingo, 25 de enero de 2015

LA VERGÜENZA.


 
La vergüenza es una cadena que llevan muchas personas desde su infancia. Tal vez es producto del trato autoritario de sus padres y el menoscabo por conductas consideradas inadecuadas o inaceptables socialmente. Avergonzarse del cuerpo, de la voz, del vestuario, la estatura, un defecto, la identidad sexual, la situación socio-económica, por ser de una etnia, etc. hace que la persona se esconda de los demás, niegue lo que es, no se acepte a sí misma y desee vivir una impostura. Nada más trágico que fingir lo que no se es para cubrir el dolor del rechazo.
Cristo, el sanador, ha venido para liberarnos del trauma de la vergüenza y enseñarnos a aceptarnos tal como somos. El que se autodefine con un “Yo soy la luz del mundo” y no tiene ninguna duda sobre ello, nos sugiere que nosotros también podemos decir “yo soy”. Mientras no nos aceptemos en nuestra esencia de seres diversos y únicos, con características y dones propios, no podremos ser liberados de la vergüenza.

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