miércoles, 4 de febrero de 2015

LA CORONA DE LOS VIEJOS.

 
Dice un proverbio “Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres.” (Proverbios 17:6) Los abuelos son quienes mejor pueden entender y saborear esta verdad construida como un dístico, forma poética muy utilizada en la antigüedad. Son dos frases independientes, pero que se relacionan de algún modo.
Es indudable que una mamá o un papá se sentirán muy orgullosos de los logros de sus hijos. En cierto modo los padres se proyectan en ellos y desean que triunfen en la vida o que alcancen toda la felicidad posible. La mayoría quiere evitarles los dolores y esfuerzos que ha debido enfrentar en la vida. En cierto modo el éxito de un hijo es éxito de sus padres, de sus trabajos, de sus consejos y ayuda prestada a ellos durante su desarrollo.
 
Sin embargo no todos los hijos pueden disfrutar de padres vivos o cercanos. Muchos han crecido sin papá, en una institución o a cargo de familiares o personas que cumplieron la función paternal y maternal. Tal cosa genera sentimientos de soledad, a veces rebeldía, pero en todos, una gran fuerza de carácter para enfrentar los embates de la existencia.
 
También están las parejas que no lograron tener hijos. Pocos son los que lo hacen por libre decisión, la mayoría lamenta no haber sido padres. Algunos optan por la adopción, que es la mejor y más generosa determinación, ser padres de un niño huérfano o sin recursos. Así podrán saborear, cuando el pequeño crezca, la honra de la que habla el proverbio. Como en todas las cosas humanas, si esto no ocurre “la excepción confirma la regla”.

Ocupémonos ahora de la primera frase “Corona de los viejos son los nietos”. Por lo general se es abuelo a una edad un poco más avanzada. La tarea paternal ya se efectuó, se ha disfrutado de los logros –pocos o muchos- de los hijos y ahora llega el disfrute de los nietos. No descansa en los hombros del abuelo la obligación de alimentarlos ni la tarea de educarlos, sino tan sólo brindarles cariño y protección. La actitud del abuelito y la abuelita es de gozo y admiración por ese niño lleno de vitalidad, curioso y necesitado de cariño. Los abuelos no imponen disciplina sino más bien aman libremente a esas deliciosas criaturas en formación que son sus nietos. Si alguien quiere ver coronada su vida de alegría fresca y sana, tenga nietos. Si quiere llevar sobre sus canas una corona mejor que la de un rey, ame a los hijos de sus hijos.

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