sábado, 31 de enero de 2015

LA FE DE TODOS.


 
Todo ejercemos fe de alguna manera. Cuando prestamos dinero a un amigo, confiamos en que él nos pagará. Si acudimos al médico tenemos fe en su experiencia y conocimientos; más aún cuando nos entregamos a una intervención quirúrgica. Creemos al profesor que nos enseña historia o ciencias, no dudamos de su saber. Depositamos nuestra confianza en el conductor del bus, en el empleado del banco, en el candidato por quien votamos, en el policía del tránsito, en fin en toda persona que cumple un servicio a la sociedad.
Las cosas también son objeto de nuestra confianza. Confiamos en la capacidad de una silla para sostenernos, de un televisor o radio para traernos entretención y noticias, del computador para conectarnos con el resto del mundo. Al tocar el interruptor de la lámpara lo hacemos con plena fe que la electricidad encenderá las ampolletas y se hará la luz.

Fe, según el diccionario, es  confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo.” Si no tuviéramos esa confianza no facilitaríamos dinero ni lo pediríamos prestado, pues desconfiaríamos hasta del banco. No asistiríamos al médico ni tomaríamos medicamentos. No creeríamos al profesor y desconfiaríamos de todos.
Si ponemos nuestra confianza en las cosas y en los hombres, ¿Por qué no confiar en Dios, el creador de todo? La Biblia define así la fe en Dios: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) El creyente espera con absoluta seguridad que tendrán respuesta sus oraciones, porque está convencido de que Dios existe y lo escucha, a pesar de que no pueda verlo. Fe es convicción, seguridad, completa confianza.

LIBERANDO CONFIANZA.


 
La desconfianza se origina en el temor. Desconfiamos de alguien cuando no le conocemos o cuando ya hemos sufrido actitudes negativas de esa persona y no creemos en su cambio. Lo contrario de la desconfianza es la confianza, la credibilidad. Nos fiamos de alguien porque esa persona proyecta una sensación positiva que no consideramos amenazante.
Surge la desconfianza cuando desconocemos los motivos del otro. Tal vez quiera engañarnos, robarnos, perjudicarnos de alguna manera. Entonces ese desconocimiento por parte nuestra origina temor. No conocer los motivos de los demás, permanecer ignorante de sus pensamientos y creencias, no saber de dónde procede alguien, genera desconfianza.

En filosofía de vida, creencias, religión, posición política, es frecuente la desconfianza. Esto es porque tenemos miedo a ser invadidos intelectual o espiritualmente por el que piensa distinto. Tal actitud acusa cierta debilidad en las convicciones ya que quien está seguro de lo que cree no debería tener temor a ser convencido de otra cosa. Pero también revela intolerancia y falta de amor.
Necesitamos ser libres de la desconfianza y tener un espíritu abierto para recibir y aceptar al otro con sus propios pensamientos y filosofía de vida, aunque no coincidamos con ellos. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:18)

jueves, 29 de enero de 2015

SOMOS IGLESIA.


 
Un templo, una catedral, una capilla, un teatro o una casa, no hacen a la iglesia. Muchos confunden el edificio con las personas que se reúnen en él. Estos son nada más que el lugar donde un grupo de cristianos se juntan para orar, adorar y reflexionar sobre los escritos sagrados. Los primeros cristianos solían reunirse en las casas y, en tiempos de persecución, en las catacumbas o cementerios subterráneos.
Iglesia no es el lugar sino las personas. El Maestro asegura que “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (San Mateo 18:20) Sólo basta que dos personas se reúnan en su nombre para formar iglesia. Así como la familia no es la casa en que ésta vive sino las personas que la habitan, la iglesia tampoco es el templo sino quienes lo frecuentan. Solemos decir equivocadamente “vamos a la iglesia” cuando en verdad la iglesia somos nosotros y donde estemos la llevamos.

Se puede ser cristiano sin templo, pero no se puede ser cristiano sin iglesia, ya que todo cristiano es iglesia.

martes, 27 de enero de 2015

AMAR EN LIBERTAD.


 
Los esposos se aman cuidándose mutuamente. Ambos procuran la felicidad del otro. Conociendo el amor que se profesan, confían en su fidelidad. No hay desconfianza en su relación porque se conocen y saben que son amados. Su relación no se basa en leyes ni obligaciones sino en el sentimiento profundo que se profesan. No necesitan levantar prohibiciones entre ellos sino que se dejan en libertad de acción. El criterio de cada uno, basado en el respeto y la delicadeza, conduce las decisiones de los esposos.
Cuando hay confianza hay libertad. Si tengo confianza en el amor de mi esposo o esposa, le dejo libre; si confío en la madurez de mis hijos, les doy libertad; si confío en la sinceridad de mi amigo, me relaciono con él en libertad.

Del mismo modo procede Dios con nosotros. Confía en nuestra entrega y nos deja libres. Él no quiere que oremos por obligación, sino por un verdadero amor y necesidad de estar con Él. No quiere que estemos en una comunidad cristiana por temor a su castigo, sino por el deseo de crecer. Tampoco desea que sirvamos al prójimo porque lo exige en la Biblia, sino porque el espíritu nos inclina a ello. Dios a nadie obliga, él atrae con su amor misericordioso.

lunes, 26 de enero de 2015

LAS RIQUEZAS DEL EVANGELIO.


 
Una reducción del Evangelio es pensar que sólo consiste en la salvación del alma por medio de la fe o por medio de las obras. El cristianismo es algo más que soteriología. Jesús es un modelo de vida, un arquetipo a imitar. Pero también es una vida que se introduce dentro de uno para vivir en nosotros. Esta vida de Cristo se hace una con nuestro ser.
La idea de morir a una vida antigua para comenzar a vivir una vida nueva; la experiencia de un proceso de transformación o metamorfosis; la liberación de toda cadena mental y culpa, son algunas de las riquezas espirituales legadas por el Maestro.

La fe cristiana es más que liturgias y enseñanzas morales, caridad y buenas costumbres. Es experimentar los poderes del siglo venidero (Hebreos 6:5). Es una experiencia sobrenatural.

domingo, 25 de enero de 2015

LA VERGÜENZA.


 
La vergüenza es una cadena que llevan muchas personas desde su infancia. Tal vez es producto del trato autoritario de sus padres y el menoscabo por conductas consideradas inadecuadas o inaceptables socialmente. Avergonzarse del cuerpo, de la voz, del vestuario, la estatura, un defecto, la identidad sexual, la situación socio-económica, por ser de una etnia, etc. hace que la persona se esconda de los demás, niegue lo que es, no se acepte a sí misma y desee vivir una impostura. Nada más trágico que fingir lo que no se es para cubrir el dolor del rechazo.
Cristo, el sanador, ha venido para liberarnos del trauma de la vergüenza y enseñarnos a aceptarnos tal como somos. El que se autodefine con un “Yo soy la luz del mundo” y no tiene ninguna duda sobre ello, nos sugiere que nosotros también podemos decir “yo soy”. Mientras no nos aceptemos en nuestra esencia de seres diversos y únicos, con características y dones propios, no podremos ser liberados de la vergüenza.

viernes, 23 de enero de 2015

EL REPOSO DIVINO.


 
Vivimos acelerados, llenos de preocupaciones, contra reloj, a merced del calendario y la agenda de actividades diarias, semanales y mensuales. Es tanto el agotamiento y el estrés del obrero, la dueña de casa, el profesional y el ciudadano común, que al llegar la hora del descanso no puede hacerlo, pues su sistema nervioso alterado no se lo permite. Por otro lado, si descansa, si duerme siesta o si quiere dejar sus obligaciones por unos días, se siente culpable como si estuviese haciendo algo malo, como si cometiera un pecado y fuese un haragán o perezoso que está ofendiendo a Dios. Descansar se ha transformado en algo negativo para una sociedad activista y consumista, donde quien no produce la mayor cantidad de resultados y tiene un bajo rendimiento es juzgado, mal catalogado y finalmente desechado o despedido.
Cuenta el libro de Génesis que, luego de crear los cielos y la tierra, Dios reposó de toda la obra que hizo (Génesis 2:1-3). Su trabajo durante seis larguísimos días fue enorme. Durante la primera jornada creó el día y la noche. Al segundo día creó el cielo. En el tercer día hizo la tierra, los mares y toda la vegetación de la tierra. Al cuarto día hizo el sol, la luna e hizo aparecer las estrellas como lumbreras en los cielos. Al quinto día creó los animales acuáticos y las aves. Y al sexto pobló la tierra de animales terrestres, coronando su obra con la creación de la pareja humana. ¡Qué tremenda y bella actividad desplegó el Creador en esos seis períodos!

Después de tanto trabajo Dios reposó. Asimismo desea Dios que descansemos de nuestras obras, pues Él ya hizo su obra redentora por nosotros. Él nos salvó, nos justificó y nos santificó en Cristo. Ahora sencillamente tenemos que creer y vivir las obras que preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).

jueves, 22 de enero de 2015

UN MENSAJE DE LIBERACIÓN.


 
Cuando Jesús hizo su primera aparición en la sinagoga de Nazaret, le entregaron un rollo del libro sagrado de los hebreos para que lo leyese y comentara. Leyó: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en Libertad a los oprimidos” (San Lucas 4:18)
Libertad es la palabra clave de este texto y esta será la enseña del rabí Jesús. Predicará liberación para todo tipo de oprimidos: los pobres, los enfermos, los endemoniados, los reos, las mujeres. Su mensaje será una palabra liberadora del sufrimiento físico y del alma. Y dará su vida por la libertad de todo ser humano, por la libertad de una ley que le condena, por la liberación de la principal cadena: la culpa.

¡Qué contradicción es que la religión tantas veces haga sentir culpables a sus seguidores, olvidando el mensaje del fundador, en vez de ayudarlos a liberarse de sus traumas!

miércoles, 21 de enero de 2015

NÚMERO DIVINO.


 
Los colores primarios en la pintura son tres: rojo, azul y amarillo; de la mezcla de ellos se forma el resto de la paleta del pintor. Nuestro cuerpo está formado de tres grandes segmentos: cabeza, tronco y extremidades. El día lo comprendemos en tres momentos: mañana, tarde y noche. Entendemos el ser humano como la unidad indisoluble de cuerpo, mente y espíritu. Vivimos el tiempo en tres instancias: pasado, presente y futuro.
Llevamos el tres marcado en nuestras mentes y eso se expresa en nuestro modo de hablar y escribir, en base a oraciones de tres elementos básicos: sujeto, predicado y complementos. En pensamiento lógico, el juicio contiene tres unidades: sujeto, predicado y cópula. En la estética visual, el artista compone y equilibra su obra con tres objetos como mínimo. En la literatura se refleja el tres en la prosa, con la secuencia: presentación, nudo y desenlace.  

Desde los albores de la humanidad, el tres ha estado en las culturas. Se observa la naturaleza en sus tres ambientes: tierra, cielo y mar. Al contemplar el cielo, el ser humano ve tres tipos de lumbreras: el sol, la luna y las estrellas. Después de siglos, la raza humana inicia su viaje por el universo y descubre tres grandes tipos de cuerpos celestes: planetas, estrellas y galaxias. Las huellas de Dios están en su creación; no es sorprendente entonces, que Él sea una Trinidad.

lunes, 19 de enero de 2015

SENCILLOS COMO PALOMAS.

 
 
 
 
 
 
 
 
 

Hay un cristianismo nuevo que puja por nacer en las conciencias de hombres y mujeres que aman la libertad. No es rebelión contra el Dios de la vida sino contra las estructuras eclesiásticas, las leyes y tradiciones que los hombres han inventado en torno al mensaje prístino del Maestro.
Las organizaciones religiosas, en su afán de ordenar y defender la fe, han establecido normas y decretos que hoy les parecen divinas y han ahogado el mensaje de Dios como los espinos ahogaron la semilla en la parábola del sembrador.
Urge romper esas estructuras y volver al mensaje sencillo del Evangelio, despojado de costosos templos, vestiduras, ornamentos, ritos complicados, sacrificios innecesarios, prohibiciones, discriminaciones, excesos, juicios, autoritarismos y todo tipo de acciones que atentan contra la libertad de las conciencias. ¡Qué contraste con el ministerio del Maestro que escogió como apóstoles a sencillos hombres del pueblo y predicó entre los pobres valiéndose apenas de un asno y un báculo!
“...sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.” (San Mateo 10:16)

domingo, 18 de enero de 2015

LA JOYA DEL EVANGELIO.




El apóstol Pablo, en una de sus cartas, llama al mensaje de Jesús como “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.” Evangelio es una palabra griega que significa “buenas noticias”. La buena noticia que trae Jesús es que el reino de Dios, es decir el gobierno de Dios, se ha acercado a la Humanidad. Cualquier ser humano puede acceder a esta gracia, poniéndose bajo la guía del Maestro Jesús.
“Inescrutable” es algo que no se puede escrutar o indagar. Son tantos los beneficios que trae el Evangelio a la vida de las personas que parecen inescrutables. Mencionemos algunos: Sentir y vivir el perdón de Dios; tener relaciones interpersonales basadas en el amor; disfrutar la sanidad del alma mediante la liberación de ataduras del pasado; buscar cada día el bien a través de una vida moral; conocerse a sí mismo al verse enfrentado a la Palabra de Verdad; e innumerables frutos del espíritu.

Las riquezas a las que el apóstol se refiere no son bienes materiales. El Maestro enseña un camino nuevo para el espíritu, cuya principal joya es la libertad. El mensaje cristiano es el Evangelio de la libertad.

sábado, 17 de enero de 2015

UNA VIDA CON SENTIDO.


 
“Don Quijote de la Mancha”, la destacada novela de Miguel de Cervantes Saavedra, obra clásica del siglo de oro español, tiene por protagonistas a don Quijote y Sancho Panza. El primero, loco de tanto leer libros de caballería, se convierte en caballero andante con la misión de resolver todo tipo de problemas, vengar injusticias y salvar vidas, en honor de su dama doña Dulcinea del Toboso, quien es realmente una campesina vulgar del pueblo de don Quijano. Como todo caballero que se precie de tal, es seguido y ayudado en su misión por un escudero, el simple y buen Sancho Panza, con la promesa de recibir un gran pago por sus servicios caballerescos.
Esta novela ha tenido distintas interpretaciones, desde la sátira, una historia humorística de las aventuras y desventuras de un loco, hasta una metáfora político histórica de una España en decadencia que inicia la loca conquista del Nuevo Mundo. Pero la interpretación más atingente a nuestros intereses espirituales es aquella que descubre en el personaje Don Quijote al idealista que ve más allá de las cosas. Donde hay molinos él ve gigantes enemigos; donde hay mujeres de pueblo y vida fácil, él ve doncellas y princesas; donde hay reos y delincuentes, él ve víctimas de injusticia, dignos de ser libertados. Contrariamente Sancho Panza es el hombre pragmático que, si lucha por algo, espera una paga concreta, aunque es fiel y feliz cumpliendo su deber.

Todos llevamos, en alguna medida, ambos personajes en nuestra persona, un Quijote y un Sancho, un idealista buscador de sueños y utopías, y un Sancho materialista que necesita concretar esos sueños. No podemos ser sólo uno, tal cosa nos llevaría a la aniquilación; necesitamos de ambos para que nuestra vida tenga sentido. Requerimos de sueños y la esperanza de cumplirlos alguna vez, en esta vida o en la otra. También precisamos de un trabajo para sobrevivir y mejor si ese trabajo nos ayuda a cumplir la misión espiritual. ¿Tiene usted un sueño? ¿Está trabajando por cumplirlo?

viernes, 16 de enero de 2015

CAMINO INTERIOR.


 
Ser cristiano es algo más que cumplir normas, ritos y mandamientos. Esto es sólo tener una religión. El religioso se preocupa de las formas olvidándose del fondo. Nuestras tradiciones y dogmas han oscurecido el verdadero sentido de la doctrina de Cristo y la han reducido a una práctica superficial.
Nos preocupamos del templo, la liturgia, memorizar las Escrituras, “nuestra iglesia”, hacer obra social, proselitismo y criticar a la sociedad, pero olvidamos el crecimiento interior, el verdadero desarrollo espiritual, la sanidad del alma, el perdón, la relación con el Padre.

¡Cuánto necesitamos escuchar realmente al Maestro! ¿Por qué no nos acercamos esta noche, en el silencio y la intimidad de nuestra habitación, y abrimos nuestro corazón a Jesús? Y nos disponemos a iniciar una nueva vida, pero no desde lo externo sino del interior hacia afuera. De una auténtica relación con Dios surgirán las respuestas que hace años esperábamos, que no son razones humanas sino palabras de sabiduría espiritual.

CAMBIO DE MENTE.



Ser mejor persona. Tal vez éste es su gran anhelo y búsqueda. Esperamos que las palabras que vienen a continuación le ayuden para seguir avanzando en su propósito.
Si queremos crecer como personas es porque consideramos en nosotros mismos algunos aspectos débiles, heridos o carenciados. Esto es importante considerarlo, estar conscientes de nuestras falencias, para trabajar en ellas, tarea que implica humildad, concentración y esfuerzo. Humildad porque debe reconocer sus defectos o aspectos no sanos en sí mismo, deponiendo todo orgullo personal; concentración, ya que deberá enfocarse por el tiempo necesario para sanar, mejorar o superar aquello; y esfuerzo, es decir trabajo constante, sin desmayo, para resolver el problema.
No es fácil reconocer una limitación. Requiere de autoconocimiento, observación valiente y franca de sí mismo, sin ocultarse del espejo. Allí, frente a lo que somos realmente, comienza el camino que nos conduce a ser mejores personas.
El Maestro llama a este proceso “metanoia”, que es un cambio de mente, palabra que se ha traducido como “arrepentimiento”. Sólo un cambio de actitud frente a nuestros defectos, debilidades y errores, puede conducirnos a una transformación profunda del alma. Por último, no deje fuera de este proceso a la fuente de energía y crecimiento del universo; no prescinda del Creador.

jueves, 15 de enero de 2015

DIVERSIDAD.

Hoy en día son muchas las personas que están en un camino de búsqueda espiritual. Transitan por diversas escuelas místicas, grupos orientales y religiones diversas. Algunos, en forma despectiva, dicen que esas personas están en sectas porque practican doctrinas que no son las que comúnmente encontramos en nuestra sociedad occidental, de preferencia cristiana (católica o evangélica).

Los creyentes debiéramos ser más comprensivos y aceptadores de aquellas personas que, con sinceridad y perseverancia, buscan la Verdad en otras fuentes. Tengamos en cuenta que el cristianismo, en sus inicios, también fue una secta desprendida del judaísmo. Jesús era judío y, a partir de su fe hebrea, fundó una nueva forma de relacionarse con Dios. Por ejemplo, la eucaristía o santa cena, fue una modificación del seder pesaj o cena pascual que celebraban los israelitas desde que salieron de Egipto. Jesús tomó el pan y el vino y los transformó en elementos litúrgicos, símbolos de su cuerpo y de su sangre que sería entregada por la Humanidad.
Secta deriva de la palabra griega sectus que significa separación. Las separaciones son frecuentes en las doctrinas filosóficas, en las religiones y en casi todas las actividades humanas. Esto se debe a veces a las diferencias de opinión frente a un tema y otras al afán de poder de algunos líderes. Los grupos que hoy día son llamados “sectas”, tal vez mañana sean una fuerza importante y de mucho respeto en la sociedad, como sucedió finalmente con el movimiento cristiano del primer siglo.

Por otro lado, todos los pensamientos y doctrinas son permeables. ¿Acaso el cristianismo no ha recibido desde sus inicios una fuerte influencia de otras formas de pensamiento? Pensemos tan sólo en la espiritualidad oriental que influyó en la vida monástica y la mística cristiana; en la filosofía neoplatónica que tuvo notable influjo en teólogos cristianos; o en la utilización de tecnología y medios de comunicación de masas que utiliza la Iglesia de hoy para expandir el mensaje de Jesucristo.
Hay quienes deploran todo contacto o asociación, por no decir unidad, de los actuales seguidores de Cristo con otras formas de fe, satanizándolas. Acaso estamos frente a una expresión de fundamentalismo cristiano, intolerante y violento. Con este tipo de mentalidad los discípulos dijeron una vez “Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.” Y Jesús les respondió: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.” (San Lucas 9:49,50)

miércoles, 14 de enero de 2015

LA PALABRA QUE TEMEMOS.

Es una palabra que no nos agrada, la hemos sacado de nuestro vocabulario habitual, la reemplazamos por otras más a nuestra medida, que no nos afecte demasiado y nos permita seguir viviendo como lo hacemos, una palabra que no nos cuestione. Incluso desearíamos sacarla del diccionario, tal vez finalmente se logre argumentándose que va contra nuestras libertades individuales. Pero cómo sea que actuemos o pensemos, esa palabra seguirá allí, en nuestra conciencia, porque esa palabra de seis letras significa mucho para nuestro Creador.
 
Es la palabra “pecado”. El diccionario español la define como “Transgresión voluntaria de preceptos religiosos” y la Biblia dice que “el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Se refiere a la ley de Dios, a lo que Dios espera del ser humano. Recuerde que la ley de Dios se resume en la palabra amor. Por lo tanto, cuando no hacemos lo que nuestro Creador espera de nosotros estamos pecando. En ese caso somos como vehículos con los frenos malos o con la caja de cambios averiada, que no puede responder a los deseos del conductor.

Todos pecamos, por tanto somos “pecadores”. A veces pecamos por error, otras por desconocimiento, o porque no sabemos contenernos, porque nos falta voluntad frente a las tentaciones, o sencillamente porque se nos da la gana. Para saber si algo es pecado no es necesario adquirir demasiado conocimiento religioso; basta con preguntarse ¿Ofende esto a Dios? La respuesta será muy clara en su conciencia y usted sabrá de inmediato si eso es pecado. Ahora le quedará a usted la responsabilidad de decidir hacerlo o no.   

martes, 13 de enero de 2015

OTRO NIVEL DE CONCIENCIA


La insatisfacción frente a la vida, la depresión, el sentimiento de profunda soledad, las culpas, los traumas arrastrados desde la infancia y la juventud, el desagrado por las relaciones familiares o laborales, la crisis existencial, en fin los sentimientos de infelicidad, pueden ser enfocados como un problema de origen externo a la persona o como un problema interno. Así también la búsqueda de soluciones se dirigirá al exterior o al interior dependiendo del enfoque personal y su madurez espiritual.
 
Quien piensa que todos sus problemas son por causas externas, dice: Mis padres provocaron este daño en mí; la sociedad produce estragos en la vida de las personas; el diablo me ataca y me tienta a hacer lo malo; la responsabilidad de todos mis sufrimientos la tienen los demás, yo soy una víctima. Así piensa un niño espiritual.

En cambio las personas espiritualmente maduras analizan este tipo de problemas como un asunto personal que cada individuo debe enfrentar por sí mismo, sin culpar a otros de ellos. Saben que estamos dormidos en nuestras conciencias y necesitamos despertar, que estamos muertos espiritualmente y necesitamos vivir o resucitar a una realidad superior, que debemos aprender a solucionar nuestra problemática personal avanzando hacia otro nivel de conciencia. Jesús habla de un nuevo nacimiento espiritual: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (San Juan 3:5)

domingo, 11 de enero de 2015

¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA VERDAD?

¡Cuánto nos preocupa la pureza de la doctrina! Tal vez hay algo de vanidad en ello. ¿Quién puede asegurar que tiene la Verdad? Lo que en la Edad Media se pensaba era la más absoluta realidad, como que la Tierra era el centro del universo y el sol, la luna y los astros giraban alrededor de ella, hoy suena como una fantasía. Hace algunos siglos se pensaba que la esclavitud era algo normal, algunos nacían para ser libres, otros para ser esclavos, y por voluntad de Dios; hoy es una falacia, una aberración, algo que atenta contra uno de los principales derechos del ser humano: la libertad.

Como se ha pensado que hay razas inferiores, también se ha discriminado a otros seres humanos por su condición física ¡y qué decir del género! Aún fundamentan bíblicamente algunos la condición inferior de la mujer, en nuestras sociedades e iglesias. Los cristianos hemos sido los más discriminatorios. Deberíamos revisar más que nuestras creencias, las actitudes y motivaciones de nuestro corazón.
La Verdad no es un sistema teológico, no es un cuerpo de doctrinas ni una cantidad de ritos; tampoco es tal o cual iglesia u organización. Nuestra Verdad no es el techo, la cruz o el campanario de un edificio, ni es el vitral o el armonio del coro, no es la puerta finamente tallada del templo. No, nuestra verdad es una Persona llamada Jesucristo, quien dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (San Juan 14:6)

sábado, 10 de enero de 2015

¿LEY O GRACIA?

Hay sólo dos maneras básicas de ser cristiano. Y no hablamos de ser católico, evangélico, mormón, ortodoxo o de alguna otra denominación, sino de un pensamiento básico que dice relación con la forma en que enfocamos a Dios, el modo en que comprendemos la relación que tiene Él con el ser humano.
 
Hay cristianos que ven a Dios como un ser castigador, un juez que establece una Ley y quien no la cumple es castigado o tiene que hacer un sacrificio para redimirse. De lo contrario irá directamente al infierno. Le trata como un juez trata al que delinque. Quien vive así el Evangelio en verdad no vive la Buena Nueva de Jesús, es alguien que siempre está atemorizado por el castigo y cumple la Ley por miedo y no por amor.

Otros cristianos ven a Dios como un ser de Gracia, lleno de amor, que decide salvar a sus hijos de la infelicidad. Para eso se hace hombre y les enseña la única ley que trae vida y felicidad al alma, la ley del amor. Termina con la religión milenaria basada en sacrificios de sangre, ofreciendo su propia vida en la cruz y dando perdón gratuito a todo aquel que crea en Él.
Sólo hay dos formas de vivir la fe: bajo la Ley o bajo la Gracia. ¿Cómo la vive usted?

viernes, 9 de enero de 2015

UNA NUEVA VIDA


 
Antes de partir, el Maestro pronunció estas palabras, desconcertantes para sus discípulos: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. / Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” (San Juan 14:18,19)
Los tres años que Pedro, Santiago, Juan y los demás, dejaron todo para seguirle, creó en ellos un profundo vínculo. Él era el guía que les enseñaba verdades jamás antes escuchadas, les mostraba un mundo espiritual nuevo y lo hacía con demostraciones de poder sobrenatural.  ¿Qué harían si él les dejaba? Se había constituido para ellos en un verdadero padre espiritual.

Por eso les dijo que no los dejaría huérfanos. Iba a volver, vendría otra vez a ellos. Se marcharía y el mundo ya no le vería. Pero su promesa fue que ellos, sus discípulos, sí le verían. Jesús cumplió su promesa cuando en la mañana de la resurrección, María Magdalena lo encontró cerca de la tumba vacía y, llena de emoción y amor por su maestro, habló con él.
Los Evangelios cuentan que durante cuarenta días estuvo enseñándoles las cosas del reino de Dios. Ellos, sus hermanos, su madre y cierta cantidad de discípulos pudieron verle, mas no los incrédulos. Su vida había sido transformada, una metamorfosis maravillosa se había operado después de su muerte y resurrección. El volvió para dar a sus discípulos una nueva vida.