¿Quién es tu Maestro? No te estoy hablando de un profesor de
escuela o de un obrero experto en un oficio, como un maestro de gasfitería o de
cocina, sino de un guía espiritual. Me refiero a ese ser que tiene la capacidad
para examinar en tus profundidades y descubrirte quien eres verdaderamente;
aquél que puede dar respuesta a tus mayores preocupaciones; ese que conoce el
sentido de la existencia y cuál es el camino a la completa realización. Algunos
lo llaman gurú, que significa maestro de sabiduría. “Gu” es oscuridad y “ru” es
luz, por tanto un gurú o maestro es el que nos lleva de la oscuridad a la luz.
El término hebreo es “rabí”, como los discípulos llamaban a
Jesús. Pero él les decía: “Vosotros no queráis que os llamen rabí; porque uno
es vuestro Maestro, el Cristo, y
todos vosotros sois hermanos.” (San
Mateo 23:8) Cierta vez un hombre importante de los judíos vino a visitarle
de noche, para no ser visto, y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios
como Maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” (San Juan 3:2) El verdadero Maestro obra
con señales sobrenaturales. Jesús dio vista a ciegos, sanó a leprosos, hizo
andar a los cojos, multiplicó panes y peces dando de comer a multitudes, detuvo
una tormenta, en fin resucitó muertos y él mismo volvió a la vida después de
tres días en el sepulcro. ¿No es acaso un verdadero Maestro?
La doctrina del Maestro es la práctica del amor en todas sus
dimensiones: personal, social y sobrenatural; es decir amor a ti mismo/a, amor
al prójimo y amor a Dios. Jesús es el resplandor de la gloria de Dios, (Hebreos 1:3) una luz infinita que
ilumina a toda la Humanidad. No sólo es Maestro de Occidente, también lo es de
Oriente. Tú puedes hacer de él tu Maestro como lo hicieron sus discípulos
cuando él estuvo en Galilea, sencillamente siguiéndole. Habla con Jesús y
cuéntale que quieres ser su discípulo/a. Él te indicará lo que debes hacer.
“Y les dijo Jesús: Venid en pos
de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. / Y dejando luego sus redes, le
siguieron.” (San Marcos 1:17,18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario