jueves, 5 de febrero de 2015

TU MAESTRO.


 
¿Quién es tu Maestro? No te estoy hablando de un profesor de escuela o de un obrero experto en un oficio, como un maestro de gasfitería o de cocina, sino de un guía espiritual. Me refiero a ese ser que tiene la capacidad para examinar en tus profundidades y descubrirte quien eres verdaderamente; aquél que puede dar respuesta a tus mayores preocupaciones; ese que conoce el sentido de la existencia y cuál es el camino a la completa realización. Algunos lo llaman gurú, que significa maestro de sabiduría. “Gu” es oscuridad y “ru” es luz, por tanto un gurú o maestro es el que nos lleva de la oscuridad a la luz.
El término hebreo es “rabí”, como los discípulos llamaban a Jesús. Pero él les decía: “Vosotros no queráis que os llamen rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.” (San Mateo 23:8) Cierta vez un hombre importante de los judíos vino a visitarle de noche, para no ser visto, y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como Maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.” (San Juan 3:2) El verdadero Maestro obra con señales sobrenaturales. Jesús dio vista a ciegos, sanó a leprosos, hizo andar a los cojos, multiplicó panes y peces dando de comer a multitudes, detuvo una tormenta, en fin resucitó muertos y él mismo volvió a la vida después de tres días en el sepulcro. ¿No es acaso un verdadero Maestro?
La doctrina del Maestro es la práctica del amor en todas sus dimensiones: personal, social y sobrenatural; es decir amor a ti mismo/a, amor al prójimo y amor a Dios. Jesús es el resplandor de la gloria de Dios, (Hebreos 1:3) una luz infinita que ilumina a toda la Humanidad. No sólo es Maestro de Occidente, también lo es de Oriente. Tú puedes hacer de él tu Maestro como lo hicieron sus discípulos cuando él estuvo en Galilea, sencillamente siguiéndole. Habla con Jesús y cuéntale que quieres ser su discípulo/a. Él te indicará lo que debes hacer.
Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. / Y dejando luego sus redes, le siguieron.” (San Marcos 1:17,18)

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