Buscar los aplausos, el ser elogiado y salir en la página social,
tiene su pago y es la vanagloria, un éxito hueco que consiste en el ser
admirado. Esto sólo trae vanidad y orgullo, sentirse muy especial figurando en
forma destacada entre la gente. Pero ¡ay! cuando se cae, cuando el hombre o la
mujer dejan de ser famosos, cae en el descrédito y luego en el más absoluto
anonimato.
No busquemos la propia gloria sino que sea levantado el
nombre de Jesús para que otros se salven de las tinieblas del egoísmo y la
vanidad humana.
Es bueno el éxito, pero demasiado es desagradable, apesta.
Bien dice el escritor de Proverbios "comer miel no es bueno" y luego
agrega "ni el buscar la propia gloria es gloria". Porque es un engaño
de sí mismo pensar que la fama entre los hombres es la gloria. No, esto es vana
- gloria. La verdadera gloria es nuestra salvación.
Este proverbio debería tenerlo en cuenta todo artista, todo
hombre o mujer que camina hacia el éxito en la política, en la ciencia o el
deporte. Es una voz de alerta que nos envía nuestro Señor y Maestro: “Comer
mucha miel no es bueno, Ni el buscar la propia gloria es gloria.” (Proverbios 25:27)
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