Moisés fue un gran hombre, un líder que Dios levantó para sacar a un
pueblo de la esclavitud. Hoy en día también hay grupos humanos y naciones que
requieren de líderes que les conduzcan hacia la libertad. Se puede tratar de
una liberación física o espiritual. A través de la historia encontramos hombres
y mujeres que han destacado por una misión liberadora, como Martin Luther King,
quien luchó por la igualdad racial en los Estados Unidos; Nelson Mandela que
activó por años contra el apartheid en Sud África; Mahatma Gandhi, quien logró
la independencia de la India por medios pacíficos; Helen Keller, filántropo
sordo-ciega que recorrió el mundo declarando los derechos y la igualdad de las
personas con discapacidad; y tantos más que pusieron sus vidas al servicio del
prójimo, libertadores inspirados por Dios.
Pero todos ellos fueron sólo hombres que pusieron todo su esfuerzo por
mejorar la condición de sus pueblos. Moisés fue uno de ellos. Hijo de una
humilde familia hebrea, tuvo en suerte ser criado y educado en el palacio del
faraón de Egipto. Allí aprendió la cultura más avanzada de la época, estuvo en
contacto con los más sabios de esa nación y estudió en los textos de la
Antigüedad. Mas su corazón estaba con su pueblo. Por eso al recibir el llamado
de Dios a libertarlo, respondió positivamente, a pesar de sus temores.
Sacar a los hebreos de Egipto fue una enorme proeza, teniendo en cuenta
que ellos eran una gran fuerza de trabajo. Moisés entregó a su pueblo la
confianza en su Dios Jehová, los organizó y preparó en la lucha, para
reconstruirse como nación. Ellos debían creer en sí mismos, pero también creer
en el Dios Todopoderoso. Les entregó una religión ordenada con un riguroso
sistema de leyes y unos principios éticos que, hasta el día de hoy, rigen nuestra
moral y están resumidos en la forma de diez mandamientos.
Pero en el espacio de la historia esas leyes de Moisés ocupan apenas
unos siglos, pues al venir Jesucristo da a conocer una nueva forma de
relacionarnos con Dios, ya no por medio de ordenanzas y leyes escritas, sino
por medio de la fe. Dice el evangelista “...la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo.” (San
Juan 1:17) Si bien es cierto Moisés libertó al pueblo judío, no nos da la
libertad, todo lo contrario, sus leyes y mandamientos nos enjuician e indican
que somos pecadores ante Dios. En cambio Jesucristo no nos juzga sino que nos
perdona y libera de toda culpa y de la condenación del pecado.
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