¿Cómo superar el trauma de haber sido abusado/a sexualmente
en la infancia? Este es uno de los problemas más graves que puede sufrir una
persona. La mayoría de las veces el niño o joven no lo comunica a sus padres u
otras personas mayores, por miedo y vergüenza. Tal vez ha sido amenazado por el
abusador o siente la culpa de haber permitido la situación. Muchas veces el
niño desconoce que aquello que ha hecho con un adulto es algo malo y el
sentimiento de suciedad y culpa surge después, cuando tiene mayor
discernimiento moral.
Estas personas arrastran su problema durante años, hasta que
se ven enfrentados a relaciones sentimentales que no pueden consumar
sexualmente porque les estorba el recuerdo y la culpa. Asocian sexo a suciedad,
depravación y se sienten inmundos o incapaces de tener una relación normal.
Otros dudan de su condición de hombre o mujer y creen sentir atracción por el
mismo sexo, sin ser homosexuales.
Ayudar a superar estos traumas no es fácil. Deben ser
asistidos por profesionales que les lleven a enfrentar sus recuerdos, sacar la
rabia, el miedo y la vergüenza, pero sobre todo la culpa. Sólo así podrán establecer
relaciones felices con su pareja y transmitir a sus hijos una idea sana de la
sexualidad como también implementar en ellos actitudes preventivas contra el
abuso.
La comunidad cristiana puede jugar un papel importante en la
sanidad interior de estas personas, dándoles a conocer el perdón de Dios. Nuestro
Creador desea que experimentemos completa sanidad de nuestra alma o psique. La confesión
de pecados y culpas a una persona espiritualmente madura, un ministro o líder
que tenga la suficiente apertura mental y misericordia para escuchar sin
sancionar, es altamente positivo. La fe en un Dios que nos ama y que quiere
restaurar las vidas dañadas, es muy sanadora. El apóstol Santiago enseña algo
muy práctico que puede ayudarnos a enfrentar mejor este problema: “¿Está alguno
entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. /
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren
por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. / Y la oración de fe salvará
al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados. / Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros,
para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” (Santiago 5:13-16)
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