jueves, 12 de marzo de 2015

RESISTENCIA DE MATERIAL.


 
¿Dejará de creer el creyente cuando pasa por dificultades? ¿Por qué Dios se llevó a mi padre, a mi madre, a esa gran amiga o amigo, a ese maestro o maestra, por qué me dejó sin su compañía, apoyo, ayuda...?
Quizás aguijonean tu mente algunas de estas preguntas. Hay cosas que no podemos comprender, otras que aunque las comprendamos desde un punto de vista religioso, no las aceptamos. De todas formas, intentaremos responderlas a la luz de la fe, aunque te embargue la tristeza y la nostalgia, y una lágrima ruede por tu mejilla. A mí también me sucede todo eso. Tener fe no nos exime de las dudas humanas y del dolor.
Cuando pasamos por dificultades podemos reaccionar con gran fuerza y sobreponernos si la fe que tenemos es mayor que el problema, pero la fe se prueba y hasta falla cuando los dolores son muy grandes. No creo que un verdadero creyente pierda la fe en Dios porque para él es una realidad. Lo qué sí puede suceder es que se enoje con Dios y quiera olvidarse de todo lo que es religión, cuando se vio enfrentado a una gran pena. La pérdida del cónyuge, una bancarrota económica, la cesantía, una catástrofe, etc. Podrían llevar a un cristiano a esa zona límite en que “pierda la fe”, la confianza en Dios, mas eso deriva de un intenso dolor sumado a la incomprensión del hecho. ¿Por qué a mí? Se pregunta. Y suele gritarle a Dios su desesperación. Al no encontrar respuesta porque su mente está embargada por el sufrimiento, decide cerrar la puerta al Señor. Necesario es decir que Dios no hace lo mismo, es el Padre comprensivo que nos asiste en silencio durante todo el tiempo que dura nuestro enojo. Jesús no rechazó a Pedro cuando éste le negó tres veces, más aún Él sabía que eso pasaría. Era sencillamente una prueba a su fe.
Este concepto de “probar la fe” es algo así como probar la resistencia de un cable para sostener determinado peso. En ingeniería y construcción se usa el término "resistencia de materiales". Pedro no resistió el dolor de ver a su Maestro escarnecido, azotado, débil; tampoco fue capaz de “jugársela” por él y mintió negando ser un seguidor suyo. Pero luego recapacitaría. La prueba es necesaria para crecer en fe. Dios no necesita probarnos pues Él ya sabe nuestra medida de fe; somos los cristianos los que requerimos ser probados para que nos enteremos de nuestra capacidad espiritual. Así como el músculo requiere ser sometido a exigencias para desarrollarse –lo saben bien los deportistas- los creyentes somos sometidos cada cierto tiempo a “ejercicios” fuertes.
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, / sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. / Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4)

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