En perfumería una
esencia es el extracto líquido concentrado de una sustancia aromática. La
esencia de rosas, por ejemplo, encierra los olores más exquisitos de esta flor.
Por extensión, esencia
es aquello que constituye la naturaleza de las
cosas, lo permanente e invariable de ellas; es lo más importante y
característico de algo. Así podemos decir que la esencia de una persona es
aquella característica o conjunto de cualidades que la definen. Entonces diremos
que la esencia de un artista es la creatividad; la esencia de una maestra es el
amor a los niños; la esencia de un juez es su fidelidad a la justicia; etc.
Del mismo modo podemos
analizar una doctrina espiritual y preguntarnos por su esencia o verdad
fundamental. Dicho esto ¿Cuál será la esencia del cristianismo? Algunos dirán
que el amor, otros la fe, otros la salvación y no faltará quien diga que la
esencia del cristianismo sean las buenas obras. Es indudable que todos estos
conceptos están implícitos en la fe de Jesús.
El amor resume toda la
Ley de Dios dice San Pablo y el mismo Señor consideró que los mandamientos
principales son amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Pero también otras
religiones creen en el amor, como por ejemplo el budismo que practica la
compasión a todo ser vivo.
Sin fe es imposible
agradar a Dios, enseña la carta a los Hebreos. Ser salvados por la fe en Jesús
es una enseñanza bíblica. Sin embargo toda religión se basa en la fe, en
aquella “certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve”. Por
tanto la fe no es un distintivo exclusivo de los cristianos.
La salvación es un
concepto judeo-cristiano. Ser salvados de la muerte eterna, del castigo y la
condenación. No llegar a ser un eterno extraño para Dios. Este es el mayor castigo
para un cristiano, muy distinto a aquel anhelo de algunas doctrinas orientales
de erradicar el deseo para suprimir el sufrimiento y trascender a un estado
espiritual en que cesa el sufrimiento. He aquí un distintivo del cristianismo:
buscar la permanencia junto a un Dios revelado como Persona.
Las buenas obras también
se encuentran en otras religiones, en mayor o menor medida. Las obras que dicen
relación con la vida devocional las tienen todas: oraciones, cantos, danzas,
sacrificios, etc. Cada creencia posee sus formas de culto. Las obras de caridad
o misericordia han pasado a ser casi un distintivo de gran parte de la
cristiandad y caracteriza a la sociedad occidental, pero en definitiva ¿Son
las buenas obras, la salvación, la fe, el amor u otro componente la esencia del
cristianismo?
Hagamos el siguiente ejercicio:
quitemos a Jesucristo, el fundador de nuestra fe, de cada uno de esos
conceptos. Hagamos buenas obras sólo motivados por un “buen corazón” y no por servir
a Jesucristo. Esto no sería cristianismo pues también lo hacen muchas
organizaciones solidarias, sin Cristo. Busquemos la salvación a nuestro modo
personal, prescindiendo de Jesús y obviamente no será cristianismo. Tengamos fe
en cualquier ícono, cosa o dios que admiremos; puede ser un árbol, un animal,
algún ángel, un objeto sagrado, alguna persona muerta, pero sin considerar a
Jesucristo. Tampoco será cristianismo. Practiquemos el amor a todos y a todo lo que está vivo, incluso a lo inanimado y
hasta al mismo universo, aún llegando a adorarlo, pero sin la persona viva de
Jesucristo. Por muy espiritual que pareciera nuestra posición, eso tampoco será
cristianismo. Un cristianismo sin Cristo es imposible.
Concluimos que la esencia del
Cristianismo es una Persona divina, aquél que dijo: “Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. / Yo soy
la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (San Juan 15:4,5)
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