sábado, 7 de marzo de 2015

¿CÓMO ESTÁ TU VASO?


 
Hay un dicho en boga que dice “mira el lado lleno del vaso y no el lado vacío”. Tenemos un vaso de aquella bebida de tu agrado. Puede que seas una persona muy positiva, con una mirada siempre optimista de la vida; entonces miras el líquido que hay en el vaso y te sientes satisfecho. En cambio, si eres alguien pesimista con tendencia a encontrar siempre aquello que careces, te fijarás en el lado vacío del vaso, en lo que falta para que esté lleno.
Nunca tendremos la totalidad del amor que esperamos, la totalidad de la amistad, la perfecta belleza, el mejor trabajo, la más completa felicidad. La perfección es un ideal, en la tierra es sólo una fantasía. Las utopías son necesarias como paradigmas pero siempre ponen la vara tan alta que son inalcanzables.
Es mejor concentrarnos en lo que tenemos y dar gracias. Un buen ejercicio de optimismo es examinar nuestros logros en los tres planos más importantes: físico, intelectual y espiritual. De gracias por sus dotes físicas, no se fije en sus defectos o carencias sino en lo que Dios le ha dado como recurso corporal. Tal vez belleza, simpatía, fuerza, gracia, buena salud, habilidad manual, capacidad deportiva, etc. Si tiene una o más de estas condiciones, alégrese y no reclame por lo que no posee.
Luego de gracias por sus dotes intelectuales. La mente es el alma o psique. No se trata de ser un genio o superdotado, sino de poseer cierto tipo de inteligencia; algunos son buenos en el cálculo matemático, otros en el lenguaje, los hay buenos en la artes o en la ciencia. Es imposible que no tengamos algún desarrollo intelectual específico; de ello debemos alegrarnos y sentirnos muy bien. Evite compararse con otras personas, piense que usted es único. Dios hace personas distintas, no hay un ser humano igual a otro.
Por último, en este ejercicio de ver el lado lleno de su vaso y no el lado vacío, dé gracias porque usted tiene dentro de sí un ser intangible y desconocido, que es su esencia espiritual. Los seres humanos somos tripartitos como una fruta que tiene cáscara, carne y cuesco. Este último se esconde en lo más profundo del fruto. Así se esconde en usted el espíritu. Permítalo expresarse en su vida por medio de una vida espiritual. Aliméntelo con la fe. Un paso en desarrollar esa fe es ver su persona positivamente, mirar “el lado lleno de su vaso” como lo hacía el rey David cuando escribió “mi copa está rebosando” (Salmos 23:5)
 “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 5:23)

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