¿Qué es más importante, el amor o el conocimiento? Esta es
una vieja interrogante que divide a los teólogos entre místicos y racionales.
Antes de seguir leyendo, piense usted en su propia respuesta.
Hablamos de la vida cristiana (sea católico, bautista,
pentecostal, luterano, testigo, mormón, etc.) y su ejercicio. ¿Será más
importante amar a Dios y al prójimo que conocer la Palabra de Dios y comprender
el Evangelio? Para amar a Dios necesito conocerle y esto es imposible si no
tengo el más mínimo conocimiento de la Biblia. La mayoría hemos recibido en
nuestra infancia algunas enseñanzas básicas sobre el Padre Creador y Jesús, el
Salvador. Todos los que vivimos en países de occidente escuchamos en Navidad la
historia del nacimiento del Hijo de Dios y en Semana Santa vemos por televisión
y en cines la representación de su martirio, muerte y resurrección. Es un
conocimiento que nos conduce a la fe porque “...la fe
es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17) Si no tuviéramos ese conocimiento no podríamos amar
a Jesucristo. ¡Cuántos amaron a Jesús y decidieron seguirle después de ver “Jesucristo
Superestrella” o “La Pasión” de Gibson! Otros lo aprendieron en el catecismo o
la escuela dominical. Entonces, dirá usted, el conocimiento es más importante
que el amor. Hay que estudiar la Palabra de Dios.
Así usted se
propone estudiar la Biblia, aprender cada uno de los relatos, conocer los
Evangelios que cuentan la vida y milagros de Jesús, leer las cartas de los
apóstoles, memorizar los textos principales, interpretar sus enseñanzas y discutir con
cristianos y no creyentes sobre estos hermosos conocimientos. Pero, cuando
alguien toca a su puerta para pedirle ayuda, usted le dice: “Venga otro día
porque ahora estoy muy ocupado estudiando las cosas de Dios”. Deja de compartir
con la familia y los amigos que no creen en Dios porque debe “renunciar al
mundo” y no juntarse con “pecadores”. Mas un día se topa con estos versículos: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene
fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? / Y si un hermano o una hermana
están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, / y alguno
de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las
cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? / Así
también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” (Santiago 2:14-17) Al momento reacciona y piensa que el amor es más
importante que el conocimiento.
Pero, en verdad, amor y conocimiento se necesitan mutuamente,
como un ser humano necesita corazón y cerebro. El corazón no funcionaría si el
cerebro no diese la orden y el cerebro tampoco tendría vida si no lo irrigase
la sangre que bombea el corazón. Como el cuerpo no puede funcionar sin la
sangre, el cristiano necesita recibir y dar el amor de Dios; y tal como el
cuerpo requiere de las órdenes del cerebro, el cristiano necesita tener un
claro conocimiento de la Palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario