miércoles, 8 de abril de 2015

EL LLAMADO.


 
Todos los seres humanos somos diferentes, tenemos distintas procedencias familiares, hemos sido influenciados por el entorno cultural y social, hemos recibido educaciones diferentes y hemos vivido experiencias particulares. Esto sin contar los aspectos genéticos y hereditarios. Por lo tanto frente a la vida nos situamos con propósitos, sueños, deseos, pasiones, en fin esperanzas diversas. No podemos meter a todos en un mismo compartimento ni pensar que todos persiguen y esperan lo mismo de la vida. Habrá algunos cuyo mayor sueño será formar un hogar, criar hijos y rodearse de nietos; otros soñarán con ejercer aquella profesión que consideran la más bella; otros buscarán la fama o el dinero o sencillamente disfrutar la sensualidad de las cosas, bellos paisajes, bellas y entretenidas personas, bellos objetos...
De todo hay. Esto no debe sorprendernos, tampoco molestarnos, ni debe ser motivo de crítica al que tiene un propósito totalmente contrario al nuestro. ¿Se imagina un mundo en que todos piensen igual, sientan lo mismo y esperen lograr las mismas cosas? Indudablemente, aparte de ser un mundo aburrido, sería muy incompleto. Un buen circo no sólo tiene payasos, también trapecistas, magos y domadores de animales. Aunque el mundo no es un circo, es tan colorido y diverso como él.
La vida, así como está hecha, con esta gran diversidad de personajes, es el más bello y completo teatro. En el mundo cabe el científico y el artista, el político y el comerciante, el deportista y el obrero, el plomero y el escritor... También hay espacio para el ateo y el creyente, para el sacerdote, el rabino y el pastor, para el católico y el evangélico, el musulmán y el budista... Cuando pequeño cantaba esa canción que dice: “En el arca de Noé todos caben, todos caben. En el arca de Noé todos caben, yo también”.  En este mundo, como en aquella arca, hay espacio para todos, pero algunos viven como si el mundo fuera sólo para los que son como ellos y no aceptan al otro, que es distinto, no toleran a los que ellos consideran “raros”, “torpes” o “malos”. Los atacan verbalmente, los dejan fuera de la ley o los ignoran, los discriminan y los más violentos optan por matarlos.
Sin embargo todos, con sus características especiales, tienen necesidades, momentos de soledad, inquietudes espirituales, anhelos de amar y ser amados, deseos de ser acogidos, consolados, escuchados. Para todos, sin excepción, habló el Maestro: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. / Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; / porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (San Mateo 11:28-30)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario