Todos los seres humanos somos diferentes, tenemos distintas
procedencias familiares, hemos sido influenciados por el entorno cultural y
social, hemos recibido educaciones diferentes y hemos vivido experiencias
particulares. Esto sin contar los aspectos genéticos y hereditarios. Por lo
tanto frente a la vida nos situamos con propósitos, sueños, deseos, pasiones,
en fin esperanzas diversas. No podemos meter a todos en un mismo compartimento
ni pensar que todos persiguen y esperan lo mismo de la vida. Habrá algunos cuyo
mayor sueño será formar un hogar, criar hijos y rodearse de nietos; otros
soñarán con ejercer aquella profesión que consideran la más bella; otros
buscarán la fama o el dinero o sencillamente disfrutar la sensualidad de las
cosas, bellos paisajes, bellas y entretenidas personas, bellos objetos...
De todo hay. Esto no debe sorprendernos, tampoco molestarnos,
ni debe ser motivo de crítica al que tiene un propósito totalmente contrario al
nuestro. ¿Se imagina un mundo en que todos piensen igual, sientan lo mismo y
esperen lograr las mismas cosas? Indudablemente, aparte de ser un mundo
aburrido, sería muy incompleto. Un buen circo no sólo tiene payasos, también
trapecistas, magos y domadores de animales. Aunque el mundo no es un circo, es
tan colorido y diverso como él.
La vida, así como está hecha, con esta gran diversidad de
personajes, es el más bello y completo teatro. En el mundo cabe el científico y
el artista, el político y el comerciante, el deportista y el obrero, el plomero
y el escritor... También hay espacio para el ateo y el creyente, para el
sacerdote, el rabino y el pastor, para el católico y el evangélico, el musulmán
y el budista... Cuando pequeño cantaba esa canción que dice: “En el arca de Noé
todos caben, todos caben. En el arca de Noé todos caben, yo también”. En este mundo, como en aquella arca, hay
espacio para todos, pero algunos viven como si el mundo fuera sólo para los que
son como ellos y no aceptan al otro, que es distinto, no toleran a los que
ellos consideran “raros”, “torpes” o “malos”. Los atacan verbalmente, los dejan
fuera de la ley o los ignoran, los discriminan y los más violentos optan por
matarlos.
Sin embargo todos, con sus características especiales, tienen
necesidades, momentos de soledad, inquietudes espirituales, anhelos de amar y
ser amados, deseos de ser acogidos, consolados, escuchados. Para todos, sin
excepción, habló el Maestro: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar. / Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; / porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (San
Mateo 11:28-30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario